¿Existen alimentos quemagrasas?

Portrait of smiling medical doctor woman with apple

El zumo de limón, la papaya, el vinagre de sidra, la naranja ácida, el pomelo, el rábano… Estos son algunos ejemplos de alimentos que parecen disolver mágicamente la grasa, como si de un detergente se tratara. ¿Existe algo de verdad en esto? ¿Ayudan a “acelerar el metabolismo” y a que quememos más grasa?

Alimentos quemagrasas: sin evidencia científica

La EFSA, Autoridad Europea que vela por nuestra Seguridad Alimentaria, no ha aprobado ninguna declaración de salud para ningún alimento o complemento con capacidad de eliminar la grasa corporal. Por tanto, ¿por qué siguen existiendo reclamos publicitarios que nos auguran increíbles resultados si consumimos tales productos?

Desde mi humilde opinión, uno de los principales motivos es que andamos perdidos; Navegamos a la deriva en un mar repleto de pastillas milagrosas, dietas que nos ayudan a perder peso sin esfuerzo en pocas semanas y empresas que quieren lucrarse a expensas de nuestra salud. Necesitamos un profesional dietista-nutricionista que coja el timón, nos guíe y nos explique que no hay dietas quemagrasas sino dietas equilibradas y ejercicio físico.

Por otra parte, puede suceder que sepamos que no existe dicha evidencia científica pero que recurramos a estos productos como si de nuestra última esperanza se tratasen. Este “acto de fe” puede conllevar serios riesgos para nuestra salud, tal y como se postula en este documento del Grupo de Revisión, Estudio y Posicionamiento de la Asociación Española de Dietistas-Nutricionistas (GREP-AEDN)

El mejor quemagrasas: el ejercicio físico

Combinar una alimentación equilibrada, adaptada a nuestras necesidades, con la actividad física es el camino a seguir para lograr una disminución de nuestro porcentaje de grasa corporal sin perder masa muscular.

Cuando realizamos ejercicio físico de manera frecuente, consumimos más energía en nuestra actividad diaria, es decir, una persona viendo la televisión sentada y que practica ejercicio habitualmente frente a otra que no lo hace, gastará menos energía. Esto se genera porque cuando hacemos ejercicio, nuestro cuerpo tiene que adaptarse produciendo más mitocondrias (estas son los lugares en el interior de nuestras células donde se genera energía) y además, aumenta nuestra masa muscular, tejido que requiere un aporte constante de energía para su mantenimiento.

Paralelamente, una persona bien entrenada es capaz de movilizar y utilizar la grasa mucho antes puesto que el organismo es una máquina perfecta de adaptación que buscará recursos para obtener la máxima eficiencia posible.

En definitiva, la combinación de ejercicio físico con una alimentación adecuada será una apuesta segura para nuestra salud. Si somos sedentarios, nuestro metabolismo se enlentecerá y gastaremos menos energía pero si practicamos ejercicio tendremos más gasto energético en nuestro día a día, mantendremos más a largo plazo nuestro peso corporal y dispondremos de una mejor relación grasa corporal-masa muscular.

El reclamo del pomelo, chiles, sandía, piña o demás alimentos como “quemadores de grasas” no es más que una falacia más, muy útil para su comercialización, pero completamente ineficaz.