Con el otoño empieza la temporada de la «nuez fresca», un producto con unas excepcionales propiedades nutricionales. A tener en cuenta su buen contenido proteico (18%) pero sobre todo su alto contenido en grasa (60%) en el cual abundan los ácidos grasos poliinsaturados, destaca el linoleico que es muy indicado para reducir el nivel de colesterol; y el linolénico (omega 3) el mismo que se encuentra en muchos pescados azules.
También es una interesante fuente de vitaminas B1, B2, B3 y en particular de la B6. También es rica de minerales como el potasio, el magnesio y el fósforo y de varios oligoelementos entre los cuales está el zinc, cobre y manganeso.
Hace unas semanas se publicaba uno de los muchos estudios que hablan de las bondades del consumo de los frutos secos y en particular de las nueces, pero este último, elaborado por la Universidad de Harvard durante 30 años, el más largo realizado en Estados Unidos sobre la relación entre mortalidad y el consumo de estos alimentos. Los investigadores no pueden especificar cuál es la relación causa-efecto exacta, pero “la vinculación es evidente”: Comer frutos secos de forma frecuente aumenta la esperanza de vida.
Los científicos de esta prestigiosa universidad afirman que su consumo diario disminuye en un 29% el riesgo de morir de infarto y en un 11% de cáncer, respecto a aquellos que no los comen en absoluto. Estos alimentos históricamente han sido poco recomendados por los médicos por su alto contenido calórico pero su consumo moderado y continuado puede ser muy beneficioso por nuestra salud.